Foto: Lumpenpo "Rostro del Cielo"
I
Ventoleras sin
permiso invaden las grietas de la noche
silban en su caudal
friolento y en las copas de los árboles
beben
nocturnas
reflejos de ámbar
en su despliegue autoritario.
Se extiende el
oscuro manantial en la fatiga del insomnio.
Hay ruidos
vagabundos
música de nada en
acordes de polvo y desamparo.
Se arremolinan las
letras de tu nombre
vocablos que se
acomodan en el tumulto de sórdidos latidos
huérfanos
de luna y sus
desplantes.
Ya no quiero tu voz
irrumpiendo las almohadas.
II
Qué inclemente
ausencia anuda los horarios.
Ya no soy
sino este
caer
caer
sin término ni
fondo
en el limbo de la
congelación de los pecados.
El agua resbala por
el cauce de mi cuerpo.
Medianoche de sed y
agonía.
Tardo
descenso
al narcótico del sueño.
III
Tengo los labios en
un páramo
y estas manos donde
ya no nacen las caricias.
Eres el silencio
rostro de las sombras
un rumor
donde apenas te
adivino en la ruina de mis huesos.
IV
Se eleva el andamio
nocturno
deviene el alba
en su ropaje de mañana
y otros vientos
inundan los rincones de las horas.
Ausente de ti
desconozco el idioma de la prisa
y va lento el trazo
luminoso hasta el borde del crepúsculo
donde muere el vuelo
de las aves.
V
La
desmemoria es sangre que fluye entre las venas de mi aurora
y ya no se de tus
temblores en el líquido desenlace del placer
lancé esas
blasfemias revolcadas
de sexo a la basura de lo inútil.
En algún vendaval
están las letras que te
advierten.
En la tormenta
deslavé el brillo de tus ojos
y un tornado de
olvido puebla la estela de mis dedos.
Dejé el contorno de
tu vida en el filo del pasado.
VI
He perdido todo
He perdido todo
recogí entre los
escombros un puñado de luz
y me queda aún
la insurrecta necedad
de lo imposible.