mientras el sol
se acomodaba en el crepúsculo
y un migrante atardecer sin prisa
en golondrinas volátiles destejía sus horarios.
Te subiste la falda.
Un tañido
lejos
y el mundo se detuvo
sólo lluvia entre tus piernas
diáfana cascada cubierta de luz
en trémulo viento
con olor a hierba fresca
y tierra recién humedecida.
Te subiste la falda...
(y sin embargo
se mueve)